Uno de los temas centrales para
entender lo sucedido en Bagua el 5 de junio de 2009 es la fractura existente
entre el Estado y la sociedad peruana. Una manera de abordar esta fractura se
relaciona con el título de un texto de la historiadora Cecilia Méndez
(2000): “Incas sí, indios no”, es decir idealizar el pasado inca pero mostrar
un claro desprecio por los peruanos de los pueblos indígenas de hoy. Por ello,
no es fortuito aquello que “ellos (los peruanos de los Pueblos Amazónicos) no
son de primera categoría”, que es lo que dijera Alan García pocos días después
del 5 de junio de 2009, sino que revela justamente la continuidad de ese
desprecio de la clase política, de tradición aristocrática y excluyente, de los
criollos limeños por los peruanos de las provincias del país, desconociendo los
derechos de los pueblos indígenas, su cultura y formas de vida. Esto es parte
de los problemas de fondo que lo sucedido el 5 de junio nos revela,
una vez más, de un trágico modo, y es aún una tarea pendiente por s
Han transcurrido tres semanas desde los violentos
enfrentamientos entre peruanos en Bagua y, finalmente, y
Creemos que es momento de mirar más allá de los actos sangrientos y de sus
responsables políticos e inmediatos, sin que ello implique restarle importancia
a las tareas pendientes para aclarar estos sucesos. Hemos sido testigos de un
momento crítico para la consolidación de un movimiento social hasta hace poco
incipiente, uno que probablemente trascienda el contexto específico de los
reclamos amazónicos frente a decretos hoy ya derogados. Más aún, las
proyecciones de este movimiento se pueden constituir en adelante como un serio
desafío al modelo económico y de desarrollo que ha predominado en el país en
los últimos dos decenios.
Para entender la importancia que han adquirido las fuerzas de
protesta lideradas por los grupos amazónicos es necesario, ante todo, entender
que como movimiento social puede tener efectos políticos muy significativos sin
tener las características formales de los partidos u otras instituciones
políticas. Un movimiento social de carácter nacional no requiere de una
organización jerárquica ni centralizada, ni siquiera de una ideología
claramente definida para pugnar con éxito por alcanzar sus objetivos. Los
movimientos sociales contemporáneos, por el contrario, suelen estar organizados
de manera descentralizada y fluida, y actuar en función de factores de
afirmación de la identidad, luchando por derechos, por ejemplo, sociales y culturales,
y por la integridad de su territorio. En este sentido, el movimiento de
protesta amazónico se estaría constituyendo en un movimiento social de alcance
nacional y, a pesar del terrible costo en vidas de civiles y policías del
Baguazo, se puede decir que ya sumó sus primeras victorias.
Consideramos que el gobierno actual y sus aliados han venido
subestimado la repercusión que estos grupos en conjunto pueden tener en la
escena política nacional. En este informe empezamos por recapitular la
secuencia de los principales sucesos que llevaron a los lamentables incidentes
del 5 de junio, buscando hallar en ellos las evidencias de un movimiento
incipiente que finalmente ha logrado repercusión nacional y la movilización de
otros actores con intereses afines. Luego, caracterizamos el movimiento
amazónico como movimiento social que desafía al Estado en la medida en que este
último impulsa un modelo de desarrollo que los perjudica. Finalmente,
analizamos algunas implicancias políticas del surgimiento de este movimiento
social para las próximas elecciones locales, regionales y nacionales.
¿Un
Baguazo anunciado?
En diciembre de 2007, el Congreso de la República le otorga
facultades al Ejecutivo para legislar en materia referente al Tratado de Libre
Comercio (TLC) con Estados Unidos. Entre marzo y junio de 2008, el Ejecutivo
promulga diversos Decretos Legislativos (DL) utilizando estas facultades, entre
ellos, algunos que afectan directamente los territorios amazónicos y los
derechos de los pueblos indígenas.1 Muchas instituciones de la sociedad civil,
así como la Defensoría del Pueblo,2 consideraron que estos DL violaban los
derechos a la consulta a los indígenas, a la tierra y al territorio, al uso de
los recursos naturales y a la libre determinación al desarrollo.3 Desde el mes
de julio del 2008, empiezan las protestas y paros de grupos amazónicos contra
la mencionada legislación, pero pocos medios periodísticos informan sobre estos
sucesos.
Los pueblos awajún y wampis han tenido el mayor protagonismo
dentro de este movimiento, y están desde hace mucho tiempo organizados a través
de sus federaciones, de los ronderos y de sus apus, ante la ausencia del Estado
en sus comunidades. Concretamente, la paralización en la Amazonía a mediados de
2008 fue liderada por la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva
Peruana (AIDESEP) que representa a comunidades awajún y wampi. En agosto de
2008, cuando esta paralización se hace más fuerte, el Congreso decide derogar
los decretos 1015 y 1073, que modificó al 1015 (ver anexo). Este es el primer
triunfo del movimiento amazónico, mientras que el Presidente de la República
consideró la derogatoria un “error histórico”.
El Congreso decide conformar una comisión para estudiar los
demás decretos, sobre todo los puntos que chocan con la Constitución y tienen
que ver con la violación del Convenio 169 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT). En marzo de 2009, AIDESEP envía cartas al Congreso y al
Presidente del Consejo de Ministros, Yehude Simon, exigiendo que la mencionada
comisión finalmente emitiera opinión respecto a los demás decretos en cuestión.
Allí empieza lo que se consideró la “mecida” del gobierno aprista que
exacerbara los ánimos de los grupos indígenas. A falta de una respuesta, el 9
de abril las organizaciones indígenas deciden iniciar una huelga general
indefinida. La protesta se siente en todas las regiones amazónicas, pero en
Lima, nuevamente, hubo poca cobertura de los medios.
El 20 de abril, Yehude Simon y los dirigentes de AIDESEP
acuerdan formar una comisión multisectorial para revisar los decretos, pero no
se levanta la huelga. En los días siguientes, la huelga se agudiza en diversas
zonas del país. Se bloquean carreteras importantes, se impide la navegación en
algunos ríos y se toma infraestructura petrolera. El 9 de mayo, el Gobierno
declara por 60 días en emergencia a distritos de cuatro departamentos. De esta
manera, comienza la polarización: por un lado, el Gobierno que busca ejercer la
autoridad y no establece aún una mesa de diálogo y, por otro, el movimiento
indígena que defiende sus derechos.
El 15 de mayo, en un acto aparentemente desesperado, el
dirigente máximo de AIDESEP, Alberto Pizango, hace un llamado a la insurgencia.
Sin embargo, se retracta en pocas horas gracias a la intervención de la Defensoría
del Pueblo, que hasta el momento venía jugando un rol importante para frenar la
violencia. Los bloqueos continúan y el Gobierno sigue sin escuchar. Mientras
tanto, la Comisión de Constitución del Congreso declara inconstitucional el DL
1090 (Ley Forestal y de Fauna Silvestre), quedando pendiente su discusión en el
pleno del Congreso.
Recién el 20 de mayo se instala la “mesa de diálogo”, pero lo
que se da en realidad es un “diálogo de sordos”: para el Premier es suficiente
con realizar algunas enmiendas a los documentos mientras que los líderes
amazónicos exigen su derogación por haberse formulado sin consulta previa,
además de demandar la discusión de temas de fondo relativos al desarrollo de la
selva.
Las opiniones del Gobierno, sobre todo las del Presidente García
(“la selva es de todos los peruanos, no solo de un grupo”), evidencian poca
comprensión de la naturaleza de los reclamos de los amazónicos y acentúan la
polarización. Más aún, se advierte una posible denuncia a Alberto Pizango por
rebelión, sedición y conspiración. Esta situación, y el Estado de Emergencia
que lleva casi un mes, encienden los ánimos
El 4 de junio, con voto de la mayoría aprista, se suspende el
debate de la derogatoria de los DL 1090 y 1064. Para los dirigentes de AIDESEP
esto confirma la “mecida” del Gobierno respecto a sus demandas. Ese mismo día,
la Defensoría del Pueblo presenta una demanda de inconstitucionalidad contra el
DL 1064 porque vulnera los derechos constitucionales de propiedad de la tierra
y de consulta previa a los pueblos indígenas.
El viernes 5 de junio será recordado como el “Baguazo”, donde se
dio un enfrentamiento entre policías y más de tres mil indígenas de las etnias
awajún y wampis, así como campesinos, ronderos y ex combatientes del Cenepa que
habían tomado la carretera. Perdieron la vida 24 policías y un número oficial
de 11 nativos fallecidos, que podría ser mucho mayor según varias fuentes
extraoficiales.
Sobre lo sucedido quedaron muchas dudas. Sin embargo, el
Gobierno acentuó la polarización y arremetió contra los indígenas, con el mismo
Presidente señalándolos como terroristas financiados por extranjeros.
Enfrentando una orden de captura, Alberto Pizango ingresa a la Embajada de
Nicaragua y pide asilo como perseguido político.
El Congreso de la República se reúne de emergencia el 10 de
junio para suspender indefinidamente los DL 1090 y 1064. Los dirigentes
amazónicos consideraron este hecho una burla más del Gobierno, pues ellos
exigían la derogatoria. Más aún, se denuncia a varios líderes de AIDESEP por
apología y sedición.
Mientras tanto, el movimiento amazónico siguió ganando adeptos:
grupos indígenas de otras regiones, organizaciones gremiales como la
Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) y la Coordinadora
Político Social y otros respaldaron la posición amazónica con una gran marcha
nacional llevada a cabo el 11 de junio, en la que también participaron miles de
estudiantes universitarios.
Debido al creciente descontento de la opinión pública,
evidenciado en diversas encuestas y múltiples protestas, el gobierno empezó a
ceder ante la presión. El Premier, tras reunirse con dirigentes amazónicos,
acepta derogar los decretos cuestionados mientras que, el 18 de junio, el
Presidente reconoce débilmente los errores cometidos durante el diálogo con los
dirigentes de la Amazonía. Afirma, asimismo, su respaldo al premier Simon sobre
la derogatoria de los cuestionados decretos.
Al día siguiente, exactamente dos semanas después del Baguazo,
el Congreso confirmó la derogatoria de los DL 1090 y 1064. En respuesta a ello,
los dirigentes de AIDESEP piden a sus bases levantar las medidas de fuerza. El
viernes 19 de junio, cuando ya el Premier había anunciado que dejaría su
cartera apenas se calme la situación, la ministra del Interior, Mercedes Cabanillas,
anunció que todos los ministros habían puesto sus cargos a disposición.
Actualmente se espera que lleguen a concretarse los
ofrecimientos de la conformación de una comisión investigadora sobre los hechos
del Baguazo que el Gobierno anunció el 24 de junio. Si bien se ha logrado
reducir las tensiones en la Selva Norte, quedan diversos asuntos por investigar
y denuncias pendientes por esclarecer. Urgen las investigaciones sobre las
denuncias de un número mucho mayor de desaparecidos a la cifra oficial.4 Asimismo,
falta aclarar la situación judicial de Alberto Pizango y otros dirigentes, así
como la orden de captura contra Santiago Manuin, dirigente de la Creemos que es
momento de mirar más allá de los actos sangrientos y de sus responsables
políticos e inmediatos, sin que ello implique restarle importancia a las tareas
pendientes para aclarar estos sucesos. Hemos sido testigos de un momento
crítico para la consolidación de un movimiento social hasta hace poco
incipiente, uno que probablemente trascienda el contexto específico de los
reclamos amazónicos frente a decretos hoy ya derogados. Más aún, las
proyecciones de este movimiento se pueden constituir en adelante como un serio
desafío al modelo económico y de desarrollo que ha predominado en el país en
los últimos dos decenios.
Para entender la importancia que han adquirido las fuerzas de
protesta lideradas por los grupos amazónicos es necesario, ante todo, entender
que como movimiento social puede tener efectos políticos muy significativos sin
tener las características formales de los partidos u otras instituciones
políticas. Un movimiento social de carácter nacional no requiere de una
organización jerárquica ni centralizada, ni siquiera de una ideología
claramente definida para pugnar con éxito por alcanzar sus objetivos. Los
movimientos sociales contemporáneos, por el contrario, suelen estar organizados
de manera descentralizada y fluida, y actuar en función de factores de
afirmación de la identidad, luchando por derechos, por ejemplo, sociales y
culturales, y por la integridad de su territorio. En este sentido, el
movimiento de protesta amazónico se estaría constituyendo en un movimiento
social de alcance nacional y, a pesar del terrible costo en vidas de civiles y
policías del Baguazo, se puede decir que ya sumó sus primeras victorias.
Consideramos que el gobierno actual y sus aliados han venido
subestimado la repercusión que estos grupos en conjunto pueden tener en la
escena política nacional. En este informe empezamos por recapitular la
secuencia de los principales sucesos que llevaron a los lamentables incidentes
del 5 de junio, buscando hallar en ellos las evidencias de un movimiento
incipiente que finalmente ha logrado repercusión nacional y la movilización de
otros actores con intereses afines. Luego, caracterizamos el movimiento
amazónico como movimiento social que desafía al Estado en la medida en que este
último impulsa un modelo de desarrollo que los perjudica. Finalmente,
analizamos algunas implicancias políticas del surgimiento de este movimiento
social para las próximas elecciones locales, regionales y nacionales.
¿Un
Baguazo anunciado?
En diciembre de 2007, el Congreso de la República le otorga
facultades al Ejecutivo para legislar en materia referente al Tratado de Libre
Comercio (TLC) con Estados Unidos. Entre marzo y junio de 2008, el Ejecutivo
promulga diversos Decretos Legislativos (DL) utilizando estas facultades, entre
ellos, algunos que afectan directamente los territorios amazónicos y los
derechos de los pueblos indígenas.1 Muchas instituciones de la sociedad civil,
así como la Defensoría del Pueblo,2 consideraron que estos DL violaban los
derechos a la consulta a los indígenas, a la tierra y al territorio, al uso de
los recursos naturales y a la libre determinación al desarrollo.3 Desde el mes
de julio del 2008, empiezan las protestas y paros de grupos amazónicos contra
la mencionada legislación, pero pocos medios periodísticos informan sobre estos
sucesos.
Los pueblos awajún y wampis han tenido el mayor protagonismo
dentro de este movimiento, y están desde hace mucho tiempo organizados a través
de sus federaciones, de los ronderos y de sus apus, ante la ausencia del Estado
en sus comunidades. Concretamente, la paralización en la Amazonía a mediados de
2008 fue liderada por la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva
Peruana (AIDESEP) que representa a comunidades awajún y wampi. En agosto de
2008, cuando esta paralización se hace más fuerte, el Congreso decide derogar
los decretos 1015 y 1073, que modificó al 1015 (ver anexo). Este es el primer
triunfo del movimiento amazónico, mientras que el Presidente de la República
consideró la derogatoria un “error histórico”.
El Congreso decide conformar una comisión para estudiar los
demás decretos, sobre todo los puntos que chocan con la Constitución y tienen
que ver con la violación del Convenio 169 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT). En marzo de 2009, AIDESEP envía cartas al Congreso y al
Presidente del Consejo de Ministros, Yehude Simon, exigiendo que la mencionada
comisión finalmente emitiera opinión respecto a los demás decretos en cuestión.
Allí empieza lo que se consideró la “mecida” del gobierno aprista que exacerbara
los ánimos de los grupos indígenas. A falta de una respuesta, el 9 de abril las
organizaciones indígenas deciden iniciar una huelga general indefinida. La
protesta se siente en todas las regiones amazónicas, pero en Lima, nuevamente,
hubo poca cobertura de los medios.
El 20 de abril, Yehude Simon y los dirigentes de AIDESEP
acuerdan formar una comisión multisectorial para revisar los decretos, pero no
se levanta la huelga. En los días siguientes, la huelga se agudiza en diversas
zonas del país. Se bloquean carreteras importantes, se impide la navegación en
algunos ríos y se toma infraestructura petrolera. El 9 de mayo, el Gobierno
declara por 60 días en emergencia a distritos de cuatro departamentos. De esta
manera, comienza la polarización: por un lado, el Gobierno que busca ejercer la
autoridad y no establece aún una mesa de diálogo y, por otro, el movimiento
indígena que defiende sus derechos.
El 15 de mayo, en un acto aparentemente desesperado, el
dirigente máximo de AIDESEP, Alberto Pizango, hace un llamado a la insurgencia.
Sin embargo, se retracta en pocas horas gracias a la intervención de la
Defensoría del Pueblo, que hasta el momento venía jugando un rol importante
para frenar la violencia. Los bloqueos continúan y el Gobierno sigue sin
escuchar. Mientras tanto, la Comisión de Constitución del Congreso declara
inconstitucional el DL 1090 (Ley Forestal y de Fauna Silvestre), quedando
pendiente su discusión en el pleno del Congreso.
Recién el 20 de mayo se instala la “mesa de diálogo”, pero lo
que se da en realidad es un “diálogo de sordos”: para el Premier es suficiente
con realizar algunas enmiendas a los documentos mientras que los líderes
amazónicos exigen su derogación por haberse formulado sin consulta previa,
además de demandar la discusión de temas de fondo relativos al desarrollo de la
selva.
Las opiniones del Gobierno, sobre todo las del Presidente García
(“la selva es de todos los peruanos, no solo de un grupo”), evidencian poca
comprensión de la naturaleza de los reclamos de los amazónicos y acentúan la
polarización. Más aún, se advierte una posible denuncia a Alberto Pizango por
rebelión, sedición y conspiración. Esta situación, y el Estado de Emergencia
que lleva casi un mes, encienden los ánimos
El 4 de junio, con voto de la mayoría aprista, se suspende el
debate de la derogatoria de los DL 1090 y 1064. Para los dirigentes de AIDESEP
esto confirma la “mecida” del Gobierno respecto a sus demandas. Ese mismo día,
la Defensoría del Pueblo presenta una demanda de inconstitucionalidad contra el
DL 1064 porque vulnera los derechos constitucionales de propiedad de la tierra
y de consulta previa a los pueblos indígenas.
El viernes 5 de junio será recordado como el “Baguazo”, donde se
dio un enfrentamiento entre policías y más de tres mil indígenas de las etnias
awajún y wampis, así como campesinos, ronderos y ex combatientes del Cenepa que
habían tomado la carretera. Perdieron la vida 24 policías y un número oficial
de 11 nativos fallecidos, que podría ser mucho mayor según varias fuentes
extraoficiales.
Sobre lo sucedido quedaron muchas dudas. Sin embargo, el
Gobierno acentuó la polarización y arremetió contra los indígenas, con el mismo
Presidente señalándolos como terroristas financiados por extranjeros.
Enfrentando una orden de captura, Alberto Pizango ingresa a la Embajada de
Nicaragua y pide asilo como perseguido político.
El Congreso de la República se reúne de emergencia el 10 de
junio para suspender indefinidamente los DL 1090 y 1064. Los dirigentes
amazónicos consideraron este hecho una burla más del Gobierno, pues ellos
exigían la derogatoria. Más aún, se denuncia a varios líderes de AIDESEP por
apología y sedición.
Mientras tanto, el movimiento amazónico siguió ganando adeptos:
grupos indígenas de otras regiones, organizaciones gremiales como la Confederación
General de Trabajadores del Perú (CGTP) y la Coordinadora Político Social y
otros respaldaron la posición amazónica con una gran marcha nacional llevada a
cabo el 11 de junio, en la que también participaron miles de estudiantes
universitarios.
Debido al creciente descontento de la opinión pública,
evidenciado en diversas encuestas y múltiples protestas, el gobierno empezó a
ceder ante la presión. El Premier, tras reunirse con dirigentes amazónicos,
acepta derogar los decretos cuestionados mientras que, el 18 de junio, el
Presidente reconoce débilmente los errores cometidos durante el diálogo con los
dirigentes de la Amazonía. Afirma, asimismo, su respaldo al premier Simon sobre
la derogatoria de los cuestionados decretos.
Al día siguiente, exactamente dos semanas después del Baguazo,
el Congreso confirmó la derogatoria de los DL 1090 y 1064. En respuesta a ello,
los dirigentes de AIDESEP piden a sus bases levantar las medidas de fuerza. El
viernes 19 de junio, cuando ya el Premier había anunciado que dejaría su
cartera apenas se calme la situación, la ministra del Interior, Mercedes
Cabanillas, anunció que todos los ministros habían puesto sus cargos a
disposición.
Actualmente se espera que lleguen a concretarse los
ofrecimientos de la conformación de una comisión investigadora sobre los hechos
del Baguazo que el Gobierno anunció el 24 de junio. Si bien se ha logrado
reducir las tensiones en la Selva Norte, quedan diversos asuntos por investigar
y denuncias pendientes por esclarecer. Urgen las investigaciones sobre las
denuncias de un número mucho mayor de desaparecidos a la cifra oficial.4
Asimismo, falta aclarar la situación judicial de Alberto Pizango y otros
dirigentes, así como la orden de captura contra Santiago Manuin, dirigente de
la provincia de Condorcanqui gravemente herido en el enfrentamiento. Además,
habría aún una cuarentena de líderes indígenas presos. Más allá de los
directamente involucrados en los sucesos de Bagua, preocupa la actitud del
Gobierno al suspender a siete congresistas nacionalistas, por un periodo que en
la realidad sobrepasa los 6 meses, pues cambia la correlación política de
fuerzas para la elección de la próxima junta directiva en el Congreso.
Por otra parte, el Presidente calificó a los nativos de
“subversivos”. Este tipo de caracterización, además de tratarlos explícita o
implícitamente como “ignorantes” e “incapaces”, ha sido finalmente un pretexto
para buscar eliminarlos como interlocutores válidos en cualquier proceso de
diálogo sobre el uso de la Amazonía. Viendo lo sucedido después, cabe
preguntarse: ¿se sienta acaso el gobierno peruano a negociar con “subversivos”
y ceder ante sus demandas?
gracias por la historia, que pena encontrar un texto donde los derechos hunamos estuvieron ausente....pero sin embargo cuando a los gobiernos de turno les conviene si acuden a los derechos humanos.
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